martes, 4 de noviembre de 2014

Entender la democracia

Hay una cierta concepción de la democracia engendrada desde ciertos sectores políticos que pretende limitar la participación ciudadana a la expresión de un voto cada X años. El sufragio así concebido otorga al político de turno que acaba por formar gobierno, una suerte de barra libre en la toma de decisiones, y al ciudadano, la tranquilidad de retirarse a su hogar con la satisfacción de “el deber cumplido”. Cualquier objeción a las decisiones gubernamentales suele ser despachada con la simple alusión a una mayoría parlamentaria (o plenaria si hablamos de un ayuntamiento) que, según quieren hacernos creer, otorga un salvoconducto a la infalibilidad.

Esta forma de entender la política acarrea ciertas deficiencias que pretendo exponer someramente.

La barrera de entrada

La política es un mundo realmente complejo que necesita tiempo y dedicación para llegar a comprender en cierto grado de profundidad. La cantidad de opciones políticas disponibles, la enorme diversidad de tendencias dentro de cada partido, la complejidad de los conflictos de intereses y lobbies enfrentados, los campos del saber afectados transversalmente (economía, sociología, psicología, periodismo, etc...), el extraordinario abanico de filosofías y modos de ver el mundo, la enorme repercusión de cada decisión tomada en las vidas particulares de millones de personas,... todo ello exigiría al ciudadano de a pie, dedicar una ingente cantidad de tiempo al estudio y comprensión de estos fenómenos para acabar simplemente por hacerse una composición de lugar del estado del arte.

Una sencilla solución al reto

Ante semejante reto, la tentación de delegar ese trabajo en una persona de confianza es enorme. Uno podría decidir apoyar a un tercero de confianza que tomase las decisiones por él y desentenderse de toda esta problemática, ganando de este modo tiempo para, por ejemplo, las actividades de ocio que realmente son de su agrado, como el fútbol o dedicarse con mayor ahínco a sus asuntos particulares. Por otro lado, aunque creemos ciegamente en la igualdad de derechos, sabemos que no todas las personas son iguales, ni tienen las mismas capacidades. Lo que para unos es sencillo de comprender, a otros se les atraganta, lo que en la práctica imposibilita un nivel de comprensión homogéneo dentro de un grupo dado cualquiera. La solución de la delegación de responsabilidades y el ”desentendimiento posterior”, que puede parecer una opción razonable a priori, no lo es tanto habida cuenta de los resultados y la forma de hacer política que induce en los gobernantes.

Inconvenientes de la delegación

Resultante directo de este modus operandi, es la imposibilidad manifiesta de que el ciudadano se ponga al día sobre la cuestión política en el pequeño período de la campaña electoral. Esto acarrea consecuencias. La primera de ellas es que los partidos, en aras de convencer al electorado de sus bondades, se decantan por mensajes simploides que, en general, apelan al sentimentalismo y no a la razón. Así lo dictaminó el padre de la moderna propaganda, el nazi Goebbles y sus once principios. Prestemos algo más de atención al quinto principio:

Principio de la vulgarización: “Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar”.

Algunos ejemplos

La cantidad de ejemplos que ilustran la aplicación de este principio es inmensa. El que sigue, me parece especialmente ilustrativo:
El Doberman
Este principio de la vulgarización se puede aplicar también a las actuaciones del gobierno y la oposición. En general, los partidos (sobre todo los grandes) operan con estudios sociológicos en la mano. Saben que la masa es olvidadiza y evalúa la situación coyuntural presente en el momento de la votación. Por ello (entre otros motivos...), ningún gobierno se atrevió a pinchar la burbuja inmobiliaria a tiempo. Por ello Zp ganó sus segundas elecciones al parlamento repartiendo dinero a espuertas en ayudas poco justificadas y negando la crisis que se venía encima. Por ello, Rajoy criticaba con dureza los recortes de Zp, pero cuando llegó al gobierno los aplicó con más saña que él y posteriormente fue Rubalcaba el que recogió el testigo de las críticas a los susodichos recortes. En resumen: mensajes simplistas de coyuntura en la oposición; decisiones cortoplacistas para apagar fuegos desde el gobierno.

Estrategia desde el poder

Los gobiernos gestionan este “ser olvidadizo” ó desinteresado del electorado de varias maneras. Una muy elemental, es presentar aquellas medidas que puedan resultar impopulares o polémicas en una fecha conveniente, y con una exposición lo más corta posible en el tiempo, para minimizar su impacto electoral. El ejemplo más cercano lo hemos visto en el proceso seguido para la Sucesión de El Rey. Una más elaborada es el “globo sonda” que utilizan cuando no tienen claro el impacto electoral que causará una medida determinada. Aznar, por ejemplo, lo usó cuando propuso privatizar las grandes autovías de España. Al comprobar el impacto retiró la medida.
Tampoco es nada desdeñable la capacidad de los gobiernos (y principal partido en la oposición) de gestionar el cómo la información llega a la población. En general, el ciudadano desinformado no opina, pues carece de información para ello, sino que “es opinado”. Es decir, asume como suyas opiniones de intérpretes erigidos en “entes de confianza”, mensajes cuya autoría primigenia muchas veces, incluso desconoce.

Conclusión

Para no extenderme en pequeños detalles, vamos a sacar conclusiones de todo esto. Dado que la población no se interesa por la política más que en época de elecciones o en el momento en que las decisiones le perjudican fatídicamente, los gobiernos pueden gestionar estas decisiones para minimizar su impacto electoral gracias a sus estudios sociológicos. Es entonces cuando las personas afectadas recuerdan aquel poema de Martin Niemöller :

Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era comunista,

Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata,

Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista,

Cuando vinieron a llevarse a los judíos,
no protesté,
porque yo no era judío,

Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar.

Sí... finalmente cuando vienen a por uno, ya es demasiado tarde... Carlo María Cipolla dice en su “Ensayo de la estupidez humana”: el poder es copado por los malvados en las sociedades decadentes.

Alternativa

Todo este pensamiento que acabo de exponer puede dar la sensación de cierto derrotismo. Quisiera por tanto ahora plantear una alternativa a la forma de entender la democracia, que a mi modo de ver es más fructífera. Como he dicho, la inmersión ciudadana en la complejidad política es difícil, lo cual no quiere decir que sea imposible. Que cada individuo no pueda hacerlo todo, no quiere decir que no pueda hacer algo. Muchas pequeñas aportaciones agregadas pueden constituir un trabajo enorme. Al final la pregunta que cada uno de nosotros debemos hacernos es: ¿a quién queremos hacer responsable de nuestro destino? Cada uno de nosotros deberíamos ser conscientes de que es nuestra responsabilidad intransferible el tomar las riendas de nuestro propio destino, como individuo y como comunidad. Cada persona que se esfuerza en comprender el mundo que le rodea se hace un bien a sí misma y hace un bien a la comunidad. Es un paso en la buena dirección. Cada ciudadano que desarrolla un espíritu crítico es un paso en la buena dirección. Cada uno de nosotros que llega a la conclusión de que no hay soluciones mágicas, que España no se arregla apretando un botón, o simplemente depositando un voto, es un paso en la buena dirección. Desconfía de quien te diga que votándole se arreglarán todos los problemas. No te limites a ser un Hooligan de la política. Solo hay una manera de arreglar los problemas y depende de lo que tu hagas, de lo que tu comprendas, de lo informado que estés. No te fíes de ellos, no te fíes de mi. Comprueba la verdad por ti mismo, el movimiento se demuestra andando.
Hall Of Fame - The Script

Lecciones de la historia

¿Por qué una persona que ha tirado pintura a una piscina en una protesta callejera es condenada a 2 años de cárcel, mientras que alguien que ha robado millones va solo 9 meses? Comunicado de Podemos Central
Sí... Matas, exministro del PP, irá 9 meses a la cárcel. El gobierno no se ha atrevido a indultarlo, a pesar de que el año pasado hubo en España más de 400 indultos. Sin embargo, la idea de la “Regeneración Democrática” está en la calle, y muy pocos (ni tan siquiera dentro del PP) entenderían la concesión de tal medida de gracia en un momento en el que incluso se discute el aforamiento del Rey jubilado.

Otro ejemplo: Baltar enchufó, presuntamente (lo que hay que escribir a veces...) a más de 100 personas en la diputación de Ourense para (presuntamente...) comprar apoyos políticos afines a la candidatura de su hijo. Una sucesión dinástica en toda regla al frente de la diputación. El fiscal pide una pena “ejemplar” para el caso: la inhabilitación por 10 años de un hombre que ya está jubilado... Cualquiera que tenga dos dedos de frente entenderá que no se trata de una pena ejemplar. Por no tratarse, ni tan siquiera se trata de una pena...

Podría poner muchos más ejemplos (Bárcenas, Urdangarín, Blesa, MAFO,...), pero creo que el avezado lector ya sabrá por donde van los tiros: en España la tan cacareada Separación de Poderes es una quimera. El gobierno es capaz de manejar la Justicia hasta el extremo de inhabilitar jueces molestos (a Garzón), hacerles la vida imposible (a Silva), o por lo menos entorpecer su labor hasta extremos esperpénticos (a Castro), caso, este último, en que uno puede llegar a confundir la actuación del fiscal anticorrupción con la del abogado defensor.

El gobierno es capaz de perpetrar estos desmanes, en base, principalmente, al control que ejerce sobre el CGPJ (Consejo General del Poder Judicial) y la Fiscalía, donde los Partidos (cuando no directamente el ministro) deciden a dedo quién ocupa cada silla. Los estómagos agradecidos rara vez muerden la mano que les da de comer. Dívar, presidente del Supremo y del CGPJ dimitió por el escándalo de los viajes, después de un largo periplo aferrado a su presunción de inocencia sin “tener conciencia de haber hecho nada malo”. Álvarez de Miranda, presidente del Tribunal de Cuentas, espera “recuperar la confianza de la sociedad" con las explicaciones que dará en el Congreso sobre el por qué tiene a tantos familiares contratados en la institución y a quién ha contratado las obras...

Marino Faliero

En fin, podría seguir, pero eso no es lo importante ahora. Mi intención es contrastar esta “sensación” del estado de la Justicia en España, con una odiosa comparación. Estaba hace años de visita en el Palacio Ducal de Venecia, cuando entré en la sala del Gran Consejo. Ahí pueden verse una interminable hilera de retratos de los sucesivos y poderosos dux (magistrado supremo y máximo dirigente de la República Marítima de Venecia). Es fácil que el detalle pase desapercibido, pero uno de los retratos de un dux del siglo XIV está sobrepintado con una capa de pintura negra. Una inscripción en latín de 1570, nos informa de que el retrato se retiró en virtud de los delitos del dux: «Este es el sitio de Marino Faliero, decapitado por sus crímenes». Esta inscripción sustituye a otra anterior donde se especificaba el delito de traición. No voy a entrar en la controvertida historia de por qué la máxima autoridad y hombre más respetado de la Venecia de entonces (además de septuagenario) intentó dar un autogolpe. Lo que más me asombra del caso es que este hombre de un poder y un prestigio sin igual, no pudo evitar que se llevase a cabo una investigación a fondo. Todos los conspiradores fueron descubiertos y ahorcados de las ventanas del palacio ducal, amordazados para que no pudieran gritar consignas subversivas. Faliero no tardó en ser delatado por sus compinches, siendo decapitado en el mismo sitio donde meses antes había sido coronado. Faliero fue el único dux de Venecia arrestado y condenado por su propio gobierno, lo cual daba cuenta del eficaz sistema de vigilancia en el cual se basaba esta República, así como la impotencia del propio dux para sustraerse a la vigilancia del Estado.
Vamos, igualito que en la España contemporánea...

ANTISISTEMA

El desengaño

Un sistema político que fía su buen funcionamiento a la voluntad férrea y obstinada de sus integrantes hacia la honestidad, el virtuosismo y en definitiva, el bien común, está abocado al fracaso. Porque (y en esto lamento tener que desengañar al pobre lector) nuestros representantes políticos, no son precisamente la versión moderna de los antiguos profetas. Gran número de ellos, no es que sean del montón, es que dejan mucho que desear incluso comparados con la mediocridad más absoluta.

En general nuestros representantes son malos porque los elegimos mal. Nosotros elegimos a nuestros representantes, por lo que nuestra es la responsabilidad de que no “den el resultado esperado”. Sin embargo, hay algo más...


Alegoría en la cadena de montaje

Hagamos una analogía de nuestro sistema político con, por ejemplo, una cadena de montaje. Supongamos que todos los puestos de la cadena están ocupados por personas de máxima cualificación y experiencia, pero que la cadena está mal diseñada. Por muy bien que los trabajadores pudieran hacerlo, nada bueno podría salir de ahí. Si por añadidura, los trabajadores fueran malos, la cosa sería mucho peor. Y en el peor de los casos, si los trabajadores aprovechasen su trabajo en la cadena para robar a la empresa, probablemente acusarían de “antisistema” al ingeniero que ha venido para rediseñarla...

La partitocracia

El sistema político español ha devenido en lo que se conoce como una “Partitocracia”. Es una degeneración de la democracia en la que normalmente dos grandes partidos políticos (bipartidismo) copan por turnos todo el poder del estado. Definida por el político y ensayista Gonzalo Fernández de la Mora como: "aquella forma de Estado en que las oligarquías partidistas asumen la soberanía efectiva".
Oligarquías

¿Existen tales oligarquías en España? Hagamos un chiste:

El guardián de la tumba del Valle de los Caídos destapa la tumba de Franco y este interesado por comprobar que lo dejó todo atado y bien atado pregunta:

* ¿Quién gobierna ahora España?

- Aznar

* Hombre, aquel periodista...

- No, mi general, su hijo.

* Y de los asuntos de la comunicación, ¿quién se ocupa?

- Pío Cabanillas.

* Claro, ya le tuve yo de ministro.

- No, mi general, es su hijo.

* Ya, bueno. Y a las Vascongadas, ¿a quien hemos mandado?

- A Oreja.

* Otro ministro mío, perfecto.

- No, mi general, es el sobrino, Jaime Mayor Oreja.

* ¿Y a Galicia?

- Fraga

* El nieto de mi ministro, claro..

Presidentes y jefes de la oposición que compartían pupitre... ¿Cómo es eso posible en un país de más de 40 millones de habitantes? ¿Casualidad? ¡ No, oligarquía ! Más popularmente conocida como LA CASTA.

¿Existe la política fuera de los partidos?

Estas oligarquías han buscado su hueco copando los puestos más relevantes en los partidos políticos, ejerciendo así un férreo control sobre todo el sistema. Poco a poco han ido dificultando, hasta su casi eliminación, cualquier elemento de participación política ciudadana que no pase por las entidades que ellos controlan: los partidos. Como ejemplo podemos citar la iniciativa legislativa popular y cómo han ido aumentando el número de firmas necesaria para proponerla. ¿Medio millón de firmas para una iniciativa legislativa popular? En las historia de nuestra decadente democracia, solo 12 lo han conseguido hasta ahora. Casi ninguna fue admitida, otras caducaron o se retiraron...

La ilusión de la elección

Afirmamos que estas oligarquías, controlan los partidos. Un término más periodístico para denominarlas es el de “barones”. Es un término muy asociado con el poder autonómico pero con claras conexiones a nivel estatal. Por ejemplo, en la baronía andaluza Chaves decidió que su sucesor sería Griñán y cuando este se vio asediado por el escándalo de los ERE, se refugió en su aforamiento senatorial dejando a Susana Díaz en su lugar. La conexión estatal se produce porque Susana Díaz se decantó por Sánchez como secretario general del partido.

Como resultado de todo este proceso de control, resulta que el ciudadano tiene una falsa noción de elección. En realidad cuando vota bajo el imperio de una lógica bipartidista, lo único que decide es qué oligarquía copará el poder en un momento dado.

La ilusión de la soberanía ciudadana

¿A quien representan pues nuestros diputados? Usted les vota y por tanto cree que los ha elegido. Es probable que usted crea que los diputados le representan... Pero lamentablemente, esto no es así. Los diputados no representan más que a las oligarquías que dominan sus respectivos partidos. El instrumento de esta anulación de la soberanía ciudadana se denomina “disciplina de voto”. A través de la disciplina de voto los diputados del PSOE representan a la cúpula en Ferraz. Los diputados del PP representan a la cúpula en Génova. La cosa no pudo ser más evidente cuando se organizó la sucesión de Felipe VI. El PSOE por ejemplo, ese partido de “alma republicana”, impuso la “disciplina de voto” a sus diputados. Los díscolos fueron multados. Pero no nos equivoquemos, el verdadero sistema de control no son las multas de 500 € a diputados que levantan 5000 € al mes entre unas cosas y otras....

El castigo

Las cúpulas oligárquicas de los partidos controlan a su personal a través del mecanismo de las listas cerradas. Los diputados díscolos son directamente apartados de las listas... como se suele decir en las esferas políticas: “el que se mueva, no sale en la foto”. La única manera, pues, de hacer carrera política consiste en aprender a “comulgar con ruedas de molino”; y de expertos en eso, está el parlamento lleno. Los diputados votan como muertos, como zombies. Las decisiones de gobierno se imponen a través de la autoridad superior del gobernante en ausencia de debate real.

¿Quien decide qué?

Los parlamentarios se convierten pues en meros espectadores de pactos y decisiones que se toman muy lejos del parlamento, en los cuarteles generales de los partidos. Ni tan siquiera deciden los debates que deben tener lugar. Hasta esa mínima libertad de expresión les es coartada y las rectificaciones a “meteduras de pata”, y “matizaciones” de cosas que “no se quisieron decir” están a la orden del día en la prensa. Como dice Pedro J., 'jamás ha habido en democracia una concentración de poder como la actual'.

Los partidos se convierten así en sepulcros blanqueados: resplandecientes por fuera, pero podridos por dentro. Aquello que se pensara como medio para alcanzar el fin de la representatividad ciudadana, se convierte en un fin en sí mismo. El Estado de Derecho, se convierte en un Estado de los Partidos y toda sugerencia de cambio es combatida con una acusación (esta sí realmente populista) de “antisistema” por parte de aquellos que ejercen el control y por sus marionetas, a través de una retórica vacía: la constitución es intocable... no abramos el melón...

Preocupación ciudadana

Todas estas anomalías sistémicas no son bien percibidas por los ciudadanos. Lo que el ciudadano percibe con gran alarma es el creciente aumento de los casos de corrupción en una situación de gran crisis. Pues bien, yo sostengo que hay una relación directa entre el mal funcionamiento del sistema, la corrupción y la crisis. De la siguiente manera:

La tesis

El mal funcionamiento del sistema ha propiciado que ciertas oligarquías copen las cúpulas de los partidos. A través de los años han reducido al mínimo los espacios de participación política que les son ajenos. El control ejercido por esta casta es de tal magnitud que controlan los posibles efectos del poder judicial a través de mecanismos como el aforamiento, el indulto o el monopolio de las nominaciones a toda entidad “independiente”. Gracias a estos mecanismos se han podido implementar políticas nefastas y opacas para el conjunto de la población que han favorecido los intereses de determinados grupos económicos sin ninguna repercusión penal (corrupción). Esta situación continuada a lo largo de los años ha devenido en la crisis que padecemos actualmente.

Solución

El objetivo de toda persona de bien en este país para atajar verdaderamente esta crisis debe ser acabar con este bipartidismo ramplón en el que malvivimos. Un voto al PP o al PSOE es un voto perdido en esta batalla. Es perfectamente lícito que a una persona no le guste Podemos, por lo que sea (de hecho a mi no me gusta): por su programa electoral, por el careto de Pablo Iglesias,etc... pero Podemos no es el único partido que propone listas abiertas, acabar con los aforamientos, acabar con los indultos, que aboga por que toda la información contable de las instituciones públicas sea pública, etc... Es decir, que aboga por cambiar el sistema. Pablo Iglesias prometió acatar la Constitución 'hasta que los ciudadanos la cambien para recuperar la soberanía'.

¿Y tu? ¿Eres antisistema?